Realidades evidentes que han cambiado nuestra sociedad en dos generaciones.
Todo esto lo han vivido mis padres y yo mismo.
Por supuesto, tus padres y tú también lo habéis vivido.
Cambios impensables en dos generaciones
Nuestros padres y nosotros mismos, hemos vivido en unos tiempos donde la realidad social era muy diferente a la actual. En menos de dos generaciones, hemos abierto nuestra mentalidad y tolerancia para aceptar nuevas ideas en nuestra forma de vida, cultura y sociedad, que han cambiado nuestros arraigos, prejuicios, valores, tradiciones, costumbres, tabúes y morales religiosas, que antes eran impensables.
Sin entrar a valorar la moralidad, simplemente la realidad.
Estamos aceptando la autodeterminación de género, para que las personas mayores de 16 años, mediante un sencillo trámite administrativo, puedan cambiar de sexo en el registro civil. Hemos normalizado también una diversidad de identidades personales, además de los dos géneros de dualidad tradicional, masculina y femenina, para las personas que se sienten identificadas como no binarias, así como una diversidad de orientaciones sexuales para las personas lesbianas, bisexuales....etc., en cualquiera de los ámbitos de la vida.
En las familias actuales, padres, madres e hijos, pueden no tener relación de parentesco civil y/o biológico, pueden tener diversas identidades personales, diversas identidades de orientación sexual, y muchas de estas familias están formadas por un sólo progenitor y sus hijos; sin olvidar los matrimonios de una misma persona.
Las mujeres, con de 16 y 17 años, en España, tienen derecho a interrumpir voluntariamente su embarazo sin el permiso de sus padres. Sin embargo para otras muchas actividades sociales, como viajar, salir de excursión,...etc., sí necesitan el permiso de sus padres y para otros temas como votar, no pueden hacerlo por ser menores de edad.
La mayor parte de nuestros padres y abuelos, que tienen ya un comportamiento y emociones especiales por su edad y experiencias vitales, deben enfrentarse actualmente a un proceso muy duro, cuando su familia no es capaz de abordar sus cuidados y convivencia. Hemos normalizado entonces su vida en una residencia de la tercera edad, donde es posible que pierdan su proyecto ideal de envejecer en su hogar, abandonando la mayor parte de los recuerdos de toda su vida. Algunas veces, ellos mismos pueden elegir esta opción, pero en otros muchos casos, es el resultado de una imposición, de un engaño, de falsas expectativas de sus familiares.
La criogenia o criopreservación humana, ya no es ciencia ficción, es una realidad que pretende pausar el proceso de muerte real de una persona, con la esperanza de poder devolverle la salud y la vida dentro de muchos años, cuando la ciencia y la tecnología avancen lo suficiente, a pesar de ser al día de hoy sólo una utopía, pues actualmente ninguna empresa dedicada a la criogenia o criopreservación humana, puede devolver la vida a un paciente en este estado latente.
Cada vez estamos más mentalizados que nuestra propia muerte, puede ser la nueva vida para otras personas, mediante el trasplante de órganos y tejidos, y aunque en España estamos en una situación privilegiada, todavía no se pueden cubrir adecuadamente las necesidades crecientes de la población, ya que aproximadamente un 10% de pacientes fallecen mientras esperan recibir un trasplante. En este contexto se han desarrollado fuentes alternativas para la donación de órganos, opciones diferentes a la muerte tradicional aceptada para donar, con el propósito de apoyar la disponibilidad de órganos y tejidos para el trasplante.
Los cuidados paliativos surgieron en los años setenta para dar respuesta a las necesidades reales de las personas enfermas de cáncer terminal en el última fase de su vida; sin embargo, la población de edad avanzada con enfermedades crónicas, es la que tiene más riesgo de morir. En cualquier caso, la administración de fármacos para conseguir la disminución profunda de la conciencia, antes de la muerte del paciente, es posible por el diagnóstico de un facultativo, y no por voluntad específica del propio paciente.
La mayoría de las personas tenemos aceptada la muerte y el suicidio asistido en determinadas circunstancias, es decir, que una persona que cumpla los requisitos necesarios, pueda pedir ayuda para morir. La propia normativa española, en su legislación sobre la eutanasia, define esta práctica como el acto deliberado de dar fin a la vida de una persona, producido por su propia voluntad con el objeto de evitar su sufrimiento, es decir, una buena muerte, un derecho que corresponde a toda persona para solicitar y recibir la ayuda necesaria para terminar voluntariamente con su vida, pero sólo en los supuestos de padecimiento grave, crónico e imposibilitante, o de enfermedad grave e incurable causantes de un sufrimiento físico o psíquico intolerables. Esta muerte asistida, la podremos recibir en un centro sanitario público, privado o concertado, pero también podremos morir en nuestro propio domicilio, manifestando incluso, la fecha y el acompañamiento de familiares y allegados.
Actualmente se considera el suicidio como la epidemia del siglo XXI, siendo la primera causa de muerte no natural. La persona que piensa en el suicidio no es un enfermo mental, no quiere morir, lo que quiere es dejar de sufrir, es una petición de ayuda, una huida, una escapatoria de su vida ante el contexto y sus circunstancias sociales.